lunes, 15 de diciembre de 2014

Who i am to disagree.

De cabezazos contra la pared. 

Acabé la última entrada explicando que estaba en proceso de recuperación (una recuperación un tanto rara, pero meh, todo cuenta), y hacía como dos semanas que no me sentía como me siento ahora. El sentimiento de vacío ha vuelto a mí, la sensación de estar dentro de una bañera llena de agua congelada, la de estar desnuda en el centro de una multitud que te apunta con el dedo índice. 

En serio, quiero releer ese contrato donde autorizo mi llegada a este planeta. 

Por ahí leí una vez que el haber nacido no nos concierne, pero el seguir existiendo. ¿Vale la pena? Me lo pregunto muy seguido. No sé qué respuesta dais a eso, pero como católica que soy digo que sí. Vale la pena cuando se trata de un sacrificio que conlleva un mejor lugar en el cielo, aunque por su puesto no estoy muy segura de si el camino que estoy tomando es el más acertado para ello. 

Quiero adelgazar. Sí, de nuevo. Y como no, de manera sana. Pero las ansias me están conduciendo a ideas poco convenientes para mi salud. Claro que me parece normal cuando llevo un año entero intentándolo por la vía más saludable y no he conseguido nada de nada (o por lo menos eso es lo que pienso). Han habido subidas y bajadas, pero después de todo sigo igual que en 2013. Menudo agobio, ¿eh? A ver qué es lo que me depara el 2015. El otro día se me pasó por la cabeza abrir una especie de apuesta para ver cuál sería la última desgracia de este año y la primera del siguiente, pero claro, estas cosas se hacen en grupo. 

Ya llevo dos días comiendo más o menos bien (menos ayer, que comí y vomité unas milanesas buenisísimas -_-), así que me aprovecharé de esto para empezar con un estilo de vida más saludable. Por otra parte me es imposible salir a correr porque ya mismo acaba el instituto y las calles se inundarán de adolescentes, qué vergüenza. Intentaré en medida de lo posible completar las rutinas de ejercicio que antes tenía. 

Cambio de diseño.

Olvidaos del diseño rosa y naranja porque me gusta más este. Es algo más yo.

Ade.

PD. Os leo, pequeños monstruitos. Y gracias por los comentarios.

sábado, 13 de diciembre de 2014

Día SE ACABÓ. Vuelta.

¡Hola! Probablemente nadie me recuerde pero estuve por estos lares durante unos cuantos días relatando mi experiencia con la Skinny Diet. Pues bien, la pifié. No acabé la dieta pero aún así no fue la última que realicé. Después de eso dejé el instituto y pasé por los peores dos meses de mi vida. Me sentí vacía, me pasé los días en mi cama con las persianas bajadas, sin dormir, sin hacer nada. No quería levantarme porque eso significaba tener que cargar conmigo misma, tener que darle vueltas al tema de: 'joder, llevas un puto año intentando bajar un gramo y mírate, ¡pedazo de foca!' Así que empecé a fumar de nuevo. No lo hacía desde verano y aún sigo intentando dejarlo. Otra cosita más a la lista de quehaceres para ser feliz. Y, por su puesto, también continué vomitando y cortándome (mis cuchillas ya están más oxidadas que la bici de mi infancia). Estos detalles no me llevaron más que a una caída en pendiente que me hizo verme obligada buscar ayuda desesperadamente. Bien, pues le conté parte de esta historia a mi madre, quien me llevó a ver a una doctora.

Creo que fue a principios de noviembre. Llevaba toda la semana pensando cómo iba a abrirme a una desconocida y contarle todas las estupideces a las que sometía a mi cuerpo diariamente. No es fácil hacer esto cuando el receptor es alguien que se dedica a la sanación. Pero en fin, después de varios minutos en silencio ella me ayudó a soltarme, el caso es que fue la sensación más incómoda que he podido experimentar en meses. Sí, soy muy ermitaña, qué se le va a hacer.
La mujer me recomendó un psicólogo y lo negué rotundamente, le dije que iba a cambiar las cosas por mí misma, y si de lo contrario seguía igual, tendría que someterme a un par de consultas más. Al principio comenzó como una pequeña mentira para librarme del marrón, pero verdaderamente yo no quería eso. 

Pasó una semana antes de que pudiera darme cuenta de que debía darle un giro a mi vida, de que llevaba un año comiéndome la cabeza, odiándome, destreciándome de los pies a la cabeza. ¿Para eso está hecho el ser humano, para infravalorarse y mutilarse poco a poco? No. Eso está hecho por la sociedad. Al igual que el impedimento que crea ésta sobre los géneros binarios a la hora de integrarse. También sobre la mujer en algunas culturas, y sobre la homosexualidad en la mayoría. Sin duda no quería formar parte de ese movimiento superficial y aberrante, algo que sólo me haría sentir un trozo de carne con ojos. Reflexioné que las personas vamos más allá de lo que hay por fuera, porque unas piernas delgadas o unos collar bones no te contarán nunca todas las tonterías, gracias, chistes, historias, comentarios que tu cabeza suelta día a día. ¿Qué tiene que pasar para que el ser humano sea aceptado por lo que es interiormente? ¿Una epidemia? ¿Que todos nos quedemos ciegos? Porque suena un poco hipócrita no llamarte racista pero sí discriminar una figura con curvas.

El problema es que todo esto me llevó a una cuestión un tanto contradictoria: ¿cómo me siento pesando estos 55kg? ¿Me gusto? No lo sé. Y creo que nunca terminaré de comprenderlo.

Ade.